jueves, 11 de agosto de 2011

La Libertad ó Prostitución de Expresión en Perú

Escribo esta nota, provocado por un ex asalariado de la dictadura del fujimontesisnismo de los años 90, hoy  escribiente y dizque director de un periodicucho limeño, que al interrogarse ¿Dónde está el mandatario? Dice muy suelto de huesos y sinvergüenza…”una sombra de dudas comienza a cubrir Palacio de Gobierno sobre las razones que tendría el presidente Ollanta Humala para no expresarse ante la opinión pública”…Luego se refiere de manera ramplona al Señor Premier Salomón Lerner, aludiéndolo que acompañado de  tres miembros de su Gabinete, leyó una declaración del Presidente Humala sobre la crisis internacional. Y vuelve a interrogarse… ¿Por qué no salió el propio mandatario a dar su declaración? prosigue con insolente procacidad al decir y refiriéndose al padre del Mandatario Humala, “El papá sigue hablando”, continúa despotricando, balbuceando e interrogándose epilépticamente “Comienza el copamiento” en medio de sus severos espasmos el infeliz servil del gobierno más corrupto de la historia del Perú,  logra alcanzar al Presidente del Congreso y lo acusa de tener otro traductor, para terminar jadeante de rabia y casi yerto enfilando sus baterías inmundas y lleno de rabia contra la alcaldesa Susana Villarán.
Critica este escribiente plumífero de marras en su editorial, las medidas de reestructuración policial a efectos de mejorar la seguridad ciudadana, anuncia en sus interiores… Advierten politización en Comandancia del Ejército y extenuado copula rendido a los pies de la hija del asesino y ladrón preso en Diroes y cual vulgar sirviente, con fotografía a color incluida, lanza el titular “Humala está nervioso y temeroso por nuevo cargo”. Hasta aquí no más, no nos vamos a centrar en la “prostitución” como acto de comercio sexual, sino en el análisis y reflexión de la prostitución que hacen de la libertad de expresión, algunas empresas y periodistas de los medios de comunicación al amparo de la legislación vigente y que repercute negativamente en la visión que debe tener nuestra sociedad (medios de comunicación como agentes socializadores).
Lo que tratamos de comprender y tal vez hacer comprender a través de la lectura y el debate ulterior, es la “guerra sucia”, a lo cual se dedican estos medios y periodistas al servicio de la vil corrupción, perpetrando atenazar al régimen para propiciar su descrédito y posterior derrumbamiento. Entonces concluimos, que esa es la consigna falaz de este mal ejercicio de la libertad de expresión; felizmente el régimen de Ollanta Humala y el de Susana Villarán, así parecen haberlo entendido, la guerra está declarada y guerra avisada no mata gente, mata a corruptos y de eso se trata.
Finalmente debemos señalar, que en este espacio, nos ocupamos de cuestionar al “Estado ausente”, a aquel que lo seguimos mirando como un organismo débil, malformado desde su nacimiento, perverso y corrupto; el mismo que no ha logrado constituirse en un instrumento de ordenación y vigilancia del contrato social, capaz de distribuir con justicia y eficacia, y de cumplir con sus funciones elementales en materia de salud, educación, justicia, seguridad y promoción del empleo, en ese sentido no ha llegado a superar condiciones mínimas y sus omisiones son notables, no contribuyendo los medios de comunicación a través de la tan cacareada “libertad de expresión” a la consecución de sus nobles fines.
Es así, que para una minoría, dentro de ellos los medios de comunicación, el Estado es una fuente esencial de recursos, por procedimientos rentistas cada vez más visibles, escandalosos y censurables. No sólo se trata de disponibilidad de información, sino de expresa divulgación de la manera en las que se negocia los intereses nacionales, eso para esta prensa sucia, amarilla, corrupta y prostituida es de poca trascendencia por el culto al libre mercado, en estos casos, no importa que el ciudadano pueda enterarse cuando se trata de negociar el interés nacional.
No queda duda, que la libertad de expresión ha sido vulgarmente tergiversada, al extremo de entenderse como la libertad de los medios informativos, sin negar la importancia que han tenido en la vigilancia de los intereses nacionales y denuncias de actos de corrupción, convirtiéndose en algunos casos en bastiones de la defensa de los derechos civiles y de la moralidad pública. Lo criticable, es la manera como sin impudicia se convierten en instrumentos del poder con gran autonomía, asociados a intereses adversos al bien de la sociedad o de franca corrupción, la profusión de la prensa amarilla, la devaluación de la calidad educativa en los mensajes de la televisión de señal abierta, son ejemplos de lo que no debería ser la comunicación de masas. La prensa, en el balance ha dejado de ser un referente para la formación de las personas, en especial de jóvenes y de niños, que debiera apuntar a la construcción de una sociedad mejor.
En el Perú, la sociedad civil peruana tiene una clara idea de lo que significa “la libertad de expresión” como bien supremo de información para formar opinión pública, esta no es patrimonio privado de negocios inescrupulosos de la comunicación y de sus intromisiones mercenarias para  envilecer la política, tal y como sucedió con Jaime Bayly y toda la prensa nacional, que en aberrante contubernio trataron de satanizar e impedir el triunfo electoral de Ollanta Humala y de Susana Villarán, en los últimos dos proceso electorales.

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