viernes, 29 de abril de 2011

Hay Estado en el Perú.... ¿Dónde está? –I

Para entender la política y a los “políticos” en el país en que vivimos y más allá de lo leído en los “Diálogos” de Platón, acerca de la estructura de un “Estado ideal” y el bienestar de la gente ó de la introducción de la palabra “Estado”, hecha por Maquiavelo, en su célebre obra El Príncipe. Con seguridad podemos afirmar, que “Los Estados en el mundo, son las construcciones históricas y heroicas de cada sociedad”; tal y como lo fueran y lo son: El Estado Inglés y el alemán.

En el Perú de hoy, el Estado es débil, excluyente y perverso por voluntad e interés, de quienes ostentan el poder de su gobierno, por tanto  ausente para las grandes mayorías en materias de empleo, educación y salud, seguridad y empedrado de facinerosas fechorías y oscuras intenciones que el mañana de seguro tendrá que decantar y condenar.

Es por eso que, Manuel González Prada consideraba a la nación peruana como un «organismo  enfermo». Las causas de la enfermedad las encontraba en la exclusión de población mayoritaria del país: los indios que forman el verdadero Perú: «La nación –escribió– está formada por las muchedumbres de indios diseminados en la banda oriental de la cordillera». Pero esta población no había sido incorporada a la nación pues se mantenía la escisión impuesta por la conquista española entre la república de los indios y la república de los españoles, división que la Revolución de la Independencia no eliminó sino acentuó. Observaba que el indio no era un ciudadano, «no tiene derechos sino obligaciones» y estaba sometido a un «verdadero régimen feudal» que tenía su núcleo en la hacienda y en el hacendado o gamonal. Por eso consideraba que la forma de gobierno que existía en el país no podía llamarse república democrática porque «dos o tres millones de individuos viven fuera de la ley»58.

En tal sentido y con la finalidad de concatenar el proceso científico e histórico de la construcción del Estado en el Perú y de su conducción estratégica, debemos  entender que  la fundación del APRA, en el primer tercio del Siglo XX, sustenta su origen en la crítica del Estado en el Perú como punto de partida de su proyecto político. En los análisis de V. R. Haya de la Torre, este problema tenía dos ejes principales: por una parte, el señalamiento de la contradicción entre la realidad histórico-social –feudal o semifeudal– y el sistema político –liberal y democrático–; y por otra, la constatación de la profunda y permanente inestabilidad del Estado desde la Revolución de la Independencia, pues éste no representaba a la nación peruana. La explicación de estos dos hechos los encontraba en la forma como se había constituido el Estado en el Perú. Para Haya de la Torre, con la conquista española se estableció el feudalismo en el Perú, donde el poder era ejercido por los grandes propietarios terratenientes. La Revolución de la Independencia no sólo no modificó ese orden social sino que lo afirmó, pues lo liberó del control de la metrópoli73.

Por tanto y como visión retrospectiva de la historia de nuestro país en el tema que nos ocupa y ante la debacle electoral (10Abril 2011) del Partido que nos legara para la construcción de un Estado Científico y con justicia social y sobre todo en lo que respecta al desarrollo de capacidades productivas y tecnológicas. Como no decir, sin duda alguna, que, quien mejor encarnó el sentimiento nacionalista y democrático de las capas medias fue Víctor Raúl Haya de la Torre (1895- 1979). En 1919, como presidente de la Federación de Estudiantes del Perú, llevó adelante la lucha por la reforma universitaria, tan necesaria el día de hoy. En 1920, con la Federación de Obreros Textiles funda la «Universidad Popular González Prada» en Lima y en Vitarte, poniendo en ejecución un acuerdo del Primer Congreso de Estudiantes (Cuzco, 1919). En 1923, impulsa el movimiento de oposición a la consagración del Perú al Corazón de Jesús, ceremonia promovida por el gobierno de Leguía con el objeto de legitimar su segundo mandato presidencial. Ese mismo año es deportado con el pretexto de que conspiraba para derrocar al gobierno. En 1924, en México, establece las bases programáticas y organizativas de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Todas estas actividades estuvieron inspiradas por un profundo sentimiento anti oligárquico y de amor por el Perú.

Desde aquellos tiempos, para Haya de la Torre, el Estado en el Perú no sólo era antidemocrático sino que, además, tenía un carácter antinacional, puesto que estaba sometido a la voluntad del imperialismo a pesar de declararse soberano e independiente. Sostenía, que el Estado «dentro de su presente arquitectura económica feudal o semifeudal-capitalista depende ineludiblemente del imperialismo, se convierte en su instrumento de dominación en nuestros países y no puede hallar otra dirección económica que la de entregarse a la esclavitud que le impone el imperialismo»76. En consecuencia, el Estado no expresaba los intereses de la nación sino que, por el contrario, constituía el instrumento que utilizaba el imperialismo para oprimirla. El imperialismo, además de explotar económicamente al país, lo «subyuga y explota también como nación» al despojarlo de su «soberanía nacional» y de su «libertad nacional». Por eso, para Haya de la Torre, la revolución antimperialista tendría como tarea principal «peruanizar el Estado»; esto es, rescatarlo del dominio imperialista y convertirlo en la expresión de los intereses de las mayorías nacionales77.

Señalaba Haya de la Torre, por su carácter extranjero, el imperialismo necesitaba del concurso de los grupos internos de poder para ejercer su dominio. Este papel lo desempeñó la clase terrateniente, la que «a cambio de una política de concesiones, empréstitos y otras operaciones» se convertiría en intermediaria del capital extranjero, deviniendo, día a día, en su «agente y súbdito». Esta asociación constituiría la estructura del poder en el Perú78.

Si la Revolución de la Independencia, en el siglo XIX, trajo como consecuencia el predominio de la clase feudal en el control del Estado, la presencia del imperialismo, en el siglo XX, significó su consolidación. Este hecho tuvo como consecuencia la constitución de un «indefinido y bamboleante » aparato estatal, pues, a diferencia de lo ocurrido en los países europeos, donde el Estado es «el producto de una clase», en el Perú ha sido la expresión de un pequeño grupo, de una oligarquía donde predominaban «personas que tienen algo del caníbal y del señor civilizado»79. Un Estado débil e inestable, extraño a las mayorías nacionales y representando únicamente a una minoría «no es una institución definida, una máquina lista».

Consiguientemente y para validar la sentencia de la ausencia del: Estado en el Perú… ¿Dónde Está?; es que intentamos desde una óptica política, una breve des­cripción y análisis de los condicionantes del proceso histórico y social del Perú. Sin recor­dar este escenario, a sus actores y sus dificultades no es po­sible comprender las complicaciones del tan cacareado crecimiento, el de­sarrollo y la competitividad que los peruanos y en especial, la de aquellos que viven fuera de Lima demandan, en primer lugar, reformando y vigorizando el papel del Estado subsidiario, descentralizándolo y haciéndolo más eficiente en su proceso de construcción de una economía más sostenible, competitivas en el espacio local, regional y nacional y mirando de cara al futuro, la esperanza de un país globalizado, más equitativo y con justicia social.

Finalmente e inspirado en las lecciones que nos legara Haya de la Torre y en el artículo, “Perú: ¿por qué podría ganar Ollanta Humala?”- AMÉRICA Economía – 13/04/2011- Eco. Roberto Pizarro79. La renuncia del APRA a su propia historia, a sus convicciones social-demócratas, se convirtió en un suicidio político. Al igual que los socialistas chilenos, han recibido el repudio de los sectores populares. Alan García continuó con entusiasmo la política de crecimiento y dejó de lado la distribución. No revisó los errores de su vecino chileno. Simplemente copió. Al final de cuentas en ambos “milagros” los beneficios del crecimiento se han acumulado en una minoría. En cambio, la mayoría observa con desencanto que los frutos del trabajo rinden escasamente, mientras la educación y salud se muestran inservibles para los pobres y costosas para los sectores medios.

Igual que Chile en los años 90, el Perú es el país que más crece en América Latina.  La macroeconomía anda bien. Revela un reducido déficit fiscal, elevadas reservas internacionales,  inflación baja y aumento de las inversiones. Pero, el crecimiento se basa en la exportación de materias primas, con escasa diversificación, salarios congelados, empleo precarizado y 60% de los trabajadores en la informalidad. El último informe de Oxfam (Informe anual sobre pobreza, desigualdad y desarrollo 2008-2009) destaca que el crecimiento económico no ha beneficiado a las poblaciones excluidas del país, mientras las desigualdades sociales persisten. Si los gobiernos quisieran eliminar la pobreza sólo con el crecimiento económico (por la vía del derrame) se necesitarían más de 80 años de aumento del PIB, por encima de los 5 puntos, para alcanzar tal propósito. 
Al mismo tiempo, se informa que las empresas que operaron en los últimos años en el país lograron utilidades superiores a las de las 500 empresas más rentables del planeta, mientras los sueldos cayeron en tres puntos porcentuales en esta época de bonanza.

A mayor abundamiento, Michael Porter, gurú de los negocios, en una conferencia ante el empresariado peruano, manifestó una opinión muy crítica respecto del modelo económico peruano. Destacó que su patrón productivo, concentrado en recursos naturales, no era capaz de generar suficiente empleo y que las desigualdades y la baja productividad eran en extremo preocupantes (diario La República, 27-12-2010). Agregó que la reducida inversión en ciencia y tecnología (0,2% del PIB) y los bajos niveles de educación colocaban en cuestión la competitividad y frenaban el desarrollo. En definitiva, las buenas cuentas macroeconómicas resultan insuficientes, porque no dan sostenibilidad al crecimiento a mediano plazo y no garantizan el desarrollo.  Adicionalmente, el crecimiento sin distribución genera tensiones sociales e inestabilidad política.

Los resultados de las elecciones revelan el profundo malestar de la sociedad peruana. En particular, la insatisfacción de los desamparados con un modelo económico que se muestra generoso con los que tienen más y avaro con los humildes. Ojalá que luego de concluido el balotaje electoral, el 5 de Junio, el gobierno que se instaure en el Perú a partir del 28 de Julio, interprete el legado de Haya de la Torre, acerca de la construcción de un Estado que reconozca la igualdad de todos los peruanos y su afán de justicia social y que devele de una vez por todas, la nefasta forma de gobernar una nación, con Toledo se construyó el segundo piso del fujimorismo y con García el tercero, siempre de espaldas a las necesidades de la nación y con un gran tufo de soberbia y corrupción.


MANUEL GONZÁLEZ PRADA Y VÍCT OR RAÚL HAYA DE LA TORRE, César Germaná.
58 Manuel González Prada. Horas de lucha. Op. cit.: 184.
73 V. R. Haya de la Torre. «Política Aprista», en Obras Completas. Op. cit. T. V: 56.
76 V. R. Haya de Torre. «El Antimperialismo y el APRA», en Obras Completas. Op. cit. T. IV: 88.
77 V. R. Haya de la Torre. «Política aprista». Op. cit. T. V: 66.
78 V. R. Haya de la Torre. «El antimperialismo y el APRA». Op. cit. T. IV: 148.
79Perú: ¿por qué podría ganar Ollanta Humala?
AMÉRICA Economía – 13/04/2011- Eco. Roberto Pizarro.
Economista de la Universidad de Chile, con estudios de posgrado en la Universidad de Sussex (Reino Unido). Investigador Grupo Nueva Economía, fue decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, Ministro de Planificación y Rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (Chile).    


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