lunes, 4 de abril de 2011

El reto de la Descentralización en el Perú


Perú: La necesidad imperativa de articular y alimentar sinergias en pro de la integración

A manera de presentación o introducción de este espacio de análisis, reflexión, debate y  a tan sólo 10 años de cumplirse el Bicentenario de la Independencia del Perú -1821. La descentralización y la Regionalización, aún siguen siendo un viejo y caro anhelo provinciano y de los peruanos en general, en el afán de construir, un estado más eficaz y más eficiente, más allá de las  endebles e interesadas variantes, que se han intentado en nuestro ordenamiento constitucio­nal sin mayor éxito.
La Constitución de 1933 creó los Consejos De­partamentales que nunca funcionaron, largos años después y estando vigente la Constitución de 1979; durante el régimen del Presidente Alan García 1985-1990, se crearon once regiones, en forma vertical, apurada e improvisada, sin visión de país, al final del gobierno y sin la organización debida; las mismas que se convertirían en causales para que la dictadura de Fujimori acabara con la naciente e incipiente organización regional; muy a pesar de  que la Constitución de 1993 proclamaba, que la descentralización tenía que ser un «proceso permanen­te» orientado a lograr «el desarrollo del país» -art. 188, texto origi­nal-, postergó el inicio del proceso de regionalización, prolongando sin fecha y sin plazo, la vigencia de los famosos Con­sejos Transitorios de Administración Regional creados tras el golpe de Estado del 5 de abril de 1992 como imposición auoritaria del poder central en todo el territorio nacional.
Luego de la caída del régimen autoritario el año 2000 y la subsiguiente recuperación de la de­mocracia, nos encaminamos otra vez, en un nuevo intento de desconcentración del poder central,  este proceso se inicia  con la reforma integral de los artículos 188° - 199° del Capítulo XIV de la Constitución de 1993 relativo a la Descentralización, las Regiones y las Municipalidades (Ley N° 27680 del 7 de marzo del 2002), reforma que considera por primera vez a la descentralización como «una forma de organización democrática», la que a su vez, constituye una «política perma­nente de Estado» y cuyo objetivo es el «desarrollo integral del país» a lograrse de manera gradual «conforme a criterios que permitan una adecuada asignación de competencias y transferencia de recursos del gobierno nacional hacia los gobiernos regionales y locales» (art. 188° del Texto Reformado), y que a su vez, precisa, el papel que  deben cumplir las regiones y las municipalidades, en aras de lograr el bienestar de todos los peruanos.
A la reforma del texto constitucional, le ha seguido todo un listado nor­mativo, tal como la Ley de Bases de Descentralización (Ley Ne 27783, del 16 de julio del 2002), la Ley Orgánica de los Go­biernos Regionales (Ley N° 27867 del 16 de noviembre del 2002) y la nueva Ley Orgánica de Municipalidades (Ley N° 27972, del 26 de mayo del 2003). Por cuanto y no obstante, los vacíos que observan, en este complejo conjunto de normas, resulta indudable que el proceso descentralizador en nuestro país, se ha puesto en marcha.
¿Camina el Perú, en la dirección correcta?. En la necesidad de intentar una respuesta a semejante interrogante;  nos dirigimos desde la misma base de la sociedad civil, para presentar para su debate y discusión el presente blogg denominado “Ideas para un Perú Mejor”, permitiéndonos abarcar los más diversos tópicos que suscita el actual proceso de descentralización, tanto en lo que respecta a la nueva regionalización y su carencia de diseño, como en lo referente al papel que en aquella cumplen los más tradicionales gobiernos locales y que pareciera haberse detenido en el actual gobierno y en presente proceso electoral, tan pobre y carente de aportes por parte de casi todos los candidatos, en materia de descentralización y regionalización y que se oriente a reformar el Estado Peruano, aún excluyente e incapaz de llevar el ejercicio del poder, a los lugares más próximos a la gente y resolver subsidiariamente de una vez, la pobreza y la desnutrición de casi un tercio de nuestra población.
Los riesgos de una descentralización mal hecha, o carente de diseño, son muchas y muy conocidos: la creación de una nueva burocracia igualmente ineficiente y centralista por analogía, la atomización perniciosa de la República en 26 gobiernos regionales inviables, los conflictos con el gobierno central y entre los propios entes departamentales y distritales, las ex­pectativas insatisfechas por la limitación de los recursos que conduz­can a conflictos sociales, la persistencia populista y electorera de creación de nuevas provincias, como la de San Juan de Luringancho, más allá, de las justas y necesarias reivindicaciones de su población sin proyecto alguno, la ausencia de capacidades, para un planeamiento del desarrollo, etc. De allí la extrema importancia que este proceso se desenvuelve bajo el leit motiv de la «eficiencia y la eficacia», pues un nuevo fracaso descentralizador nos puede conducir a nuestra desin­tegración como nación, tirando por la borda todo lo avanzado hasta hoy gracias al crecimiento económico.
Como fuere, lo que nunca se debe olvidar es que la descentrali­zación es una larga y antigua aspiración nacional que requiere de un sincero espíritu de renuncia de adecuadas cuotas de poder que to­dos los que lo ostentan deben estar dispuestos a ceder por el bien del conjunto del país.
No obstante y como corolario de todo lo que exponemos como prolegómeno de un largo y desconocido camino por recorrer, en busca del bienestar de todos y cada uno de los peruanos y en instantes en que nuevas autoridades regionales y municipales, se adentran en un tercer período de gestión, iniciando sus responsabilidades como gobernantes regionales y locales 2011-2014, sigue vigente  y presente entre nosotros los peruanos, el desafío de tener que orientarse y tomar decisiones en un contexto, marcado por el silencio y la discusión ausente de un debate de cuestiones, que no solo es, nuevo para ellos, sino para todos los peruanos, al no contar  con “una visión de país” y en particular, con un plan de desarrollo del Perú como país, más allá de lo que se pueda haber avanzado en la actualidad por un CEPLAN, desgraciadamente impulsado tardíamente y sin compromiso al final del gobierno de Alan García.
Debemos decir, que destacan entre esas cuestiones, las supuestas o reales amenazas, en relación de lo “local” y lo “global”; los nuevos escenarios, enfoques y propuestas sobre la descentralización, el desarrollo local sostenible, el tan gaseoso desarrollo humano, las características de las municipalidades del siglo XXI; la planificación estratégica y si es prospectiva, mejor, las metodologías para promover el desarrollo económico local, tan ausente, como en el caso de Chorrillos; la gestión sostenible de los recursos naturales; la lucha contra la pobreza social; la gobernabilidad local, ciudades y ciudadanía, los nuevos conceptos sobre la gerencia pública, el liderazgo y la administración municipal y regional.
No obstante lo señalado, debemos afirmar que el proceso de descentralización en marcha, es el único camino viable y por tanto reconocer que, “La descentralización, es la revolución silenciosa” pacífica y democrática, a la cual aspiran los peruanos, en pos del bienestar de todos los peruanos.

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