lunes, 19 de diciembre de 2011

¿EL CAMBIO Y LA ESPERANZA OTRA OPORTUNIDAD PERDIDA?



En su primer mensaje el Presidente Ollanta Humala 28.07.11 conmovió a la nación peruana al decir…..“Que los ciudadanos sufrimos el abandono de los políticos por causas de un Estado insensible, burocrático y centralista. Un Estado acechado por la corrupción y el despilfarro, alejado de sus ciudadanos, incapaz de protegerlos de la violencia y la criminalidad, que necesitamos más Estado, más patria y que la corrupción sea sancionada, que la realidad nos interpela diariamente y nos exige un nuevo contrato social que haga posible la convivencia armoniosa de todos los peruanos” y en un arranque de entusiasmo le dijo a la nación que presidiría el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Política de lucha contra la Criminalidad. Sostuvimos en ese entonces no lejano, que semejante tarea, no solo merecía ser aplaudida, sino también apoyada, con el sólo propósito de que la palabra empeñada de “cambio y esperanza”, en el proceso de construcción de un nuevo Estado-Nación, no se convierta en una nueva frustración nacional, en otra oportunidad perdida.

Cuidado: Improvisando se camina al fracaso

Ante el entusiasmo presidencial y la ausencia de planes, la PNP no se hizo esperar, es así, que el actual Premier Oscar Valdez, entonces Ministro del Interior y a solo 15 días de iniciado el gobierno,
lanzó oficialmente el Servicio Policial Retén y Franco como una de las primeras medidas para fortalecer la seguridad ciudadana y por medio del cual se colocaba en las calles a un mayor número de efectivos, a la fecha, esta ligera e improvisada medida no ha dado ningún resultado. http://www.larepublica.pe/15-08-2011/pnp-lanzo-servicio-policial-reten-y-franco-en-regiones-del-pais.

Ahora bien y sin entender que el problema de la indefensión ciudadana y el incremento de los índices de delincuencia y criminalidad en el  país, no son coyunturales, sino estructurales y retroalimentados por la corrupción y falta de moral y formación policial, el gobierno
ha creado el Fondo Especial para la Seguridad Ciudadana DECRETO DE URGENCIA Nº 052-2011; el Congreso de la República tampoco ha querido estar ausente en la improvisación que gobierna el país y lanzó al Congresista Reggiardo como Presidente de la Comisión de Seguridad Ciudadana Congresal y como si esto no fuera suficiente con fecha 1° de Diciembre se anuncia ante el país, sin mayor relevancia la publicación del Plan Nacional de Seguridad Ciudadana, el cual busca servir de instrumento orientador del accionar de los Comités Regionales, Provinciales y Distritales de Seguridad Ciudadana. Es decir, los lineamientos establecidos en este documento servirán para que en los ámbitos regionales y locales se diseñen y ejecuten los respectivos planes de seguridad ciudadana a partir de Enero del 2012. De esta manera se espera que desde una forma planificada y desde un punto de vista integral, se reduzcan los niveles de inseguridad en el país y ante lo cual no dudamos que se trata de otro saludo a la bandera, sin prever que improvisando se camina al fracaso.
Entonces, y cuando no han concluido los primeros seis meses de gobierno, pareciera que una pesadilla Kafkiana invade el sueño del “cambio y la esperanza “y si  nos preguntásemos ¿Por qué mecanismos se ha perpetuado y se acentúa aún más hoy, la desigualdad, el hambre, la pobreza, la ignorancia, el fracaso en la educación y la salud? ¿Por qué, el discurso reclamando el cambio de ilustres pensadores de los inicios del siglo pasado como Haya de la Torre, J. C. Mariátegui, Basadre continúan teniendo vigencia, como si el tiempo no hubiera transcurrido y sin que se imponga el sentido común?...La respuesta es inmediata para una minoría que tiene voz y poder, se traduce en “seguridad jurídica” para sus inversiones, aunque estas destruyan el medio ambiente y asolen los pueblos más alejados con una cuota de más pobreza y abandono por un trato desigual en el reparto de la riqueza, aumentando la brecha de desigualdad entre pobres y ricos, entre la ciudad y el campo y la otra es,  porque el sistema democrático no ha logrado instaurarse en el Perú; es decir la democracia ejercida por ciudadanos plenos coexistentes en un Estado ausente perverso y lastrado por la corrupción que el Presidente Humala prometiera desterrar y no alentar decretando estados de emergencia.
                                    

No obstante lo aciaga de la situación que nos acecha, los peruanos de este siglo, nos resistimos a aceptar la sentencia Gonzales Pradiana de que
El Perú es un organismo enfermo, donde se pone el dedo brota el pus”, con Ollanta Humala, asumimos  que el Perú es un organismo vivo, en crecimiento, con dolencias y malestares propios de su juventud.  Incompleto, quizá, pero de ninguna manera enfermo terminal o desahuciado, nosotros entendemos desde una perspectiva real, que nuestro país es absolutamente viable.  “Quienes caen en la amargura, en el pesimismo, en el desencanto, ignoran que el Perú es aún una posibilidad”,  tal y como lo señalaba Jorge Basadre.

Lo lamentable sin reparar atrás, es que el gobierno de Ollanta Humala depositario de la confianza, de la fe y la esperanza, de los indignados de este país, por un rostro más humano del modelo económico que los arrincona y excluye económica y socialmente, empiezan ya a distanciarse peligrosamente, porque ven en él, insolvencia y falta de resolución para emprender las reformas ofrecidas de acercar al Estado a los más pobres y al ver, el innegable y sumiso favor a las grandes empresas a seguir destrozando el medio ambiente, en su afán mercantilista de seguir enriqueciéndose a costa del futuro de los más pobres.

Se impone una base mínima de bienestar

Por la salud del país y su crecimiento, el gobierno debe optar por incrementar la competitividad a partir de una base mínima de bienestar; lo cual debe acompañarse de un mayor énfasis en políticas de alcance local y sectorial que se diferencien y complementen. Por esta vía, el gobierno, las fuerzas económicas nacionales en su conjunto, deberían ser partícipes, tanto de la competencia como del progreso, anticipándose precautoriamente al conflicto y a sus secuelas, como el estado de emergencia y el congelamiento de sus transferencias presupuestales, tal y como ha sucedido en Cajamarca.

Lo sostenido aparentemente parece simple y es que dichas formulaciones no han sido parte de la política, ni de la historia de la Nación. El Perú sigue siendo un país fragmentado y escindido. Es imperativo que la Integración del país debe ser argumentada y comprobada y su marcha irreversible; hay que mostrar esta flagrante y lacerante desarticulación para repetir hasta la saciedad, propuestas  irrebatibles, como la necesidad de descentralizar e integrar el territorio en nuevos moldes regionales transversales, para evitar conflictos entre empleo y competitividad, de enfrentamientos y derramamientos de sangre innecesarios, de respeto en los casos de inversión minera de la consulta previa de los pueblos, dejando al margen la prepotencia pública y privada, también la militarización y el autoritarismo con el fin de terminar con la exclusión y la pobreza o en su defecto de plantear el desarrollo sostenible a partir de las circunstancias concretas. Estamos a tiempo de entender y ojalá que el Presidente Ollanta Humala no claudique ante la promesa de su palabra empeñada y que opte por la gloria de la historia, antes que por la traición de sumisión y servicio a los grupos de poder, condenando al Perú a otra oportunidad perdida.